La Costa Rica de los techos herrumbrados

Escrito por Lucía Zúñiga Solano
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Quienes hemos tenido la oportunidad de producir, sabemos que en nuestro país hacer cine es una hazaña que implica tocar todas las puertas que nos aparecen en el camino. Presupuestos pequeños, falta de legislación para el fomento del cine, una lucha contra la corriente y contra las grandes industrias de Hollywood. Por las plumas abre con un recordatorio de esto: múltiples fondos y personas han dado su aporte para hacerla posible. Si usted fue una de ellas, muchas gracias, no se equivocó.

Neto Villalobos nos cuenta una historia sencilla de un hombre con un sueño: tener un gallo de peleas. A través de su persistencia y tranquilidad él lucha contra los egoísmos, los regaños y se vale de amigos incondicionales para superar los obstáculos. Chalo, el protagonista, es cualquiera de nosotros, avanza como puede en medio de los días para conseguir algo que quizá a ojos de otros es irrelevante, pero que es suyo.

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Películas nacionales como Gestación y El regreso mostraron la cara de la Costa Rica urbana: un mundo de oportunidades donde la gente va al colegio, a la universidad, ¡hasta estudia en el extranjero! Esa no es la Costa Rica de Neto, sino la otra, la rural, un mundo en el que hoy tenés cama y mañana no, en el que existen los precarios, los buses destartalados y los desconocidos que se hacen amigos en esas mismas carcachas.

Por las plumas muestra la Costa Rica de techos herrumbrados donde crecimos. Acá no tenemos esos planos hermosos de playas y montañas que muestran una tierra llena de recursos naturales, los parques de la ciudad no brillan con su luz. Nada de eso. Acá está lo que vos y yo vemos cualquier día en cualquier calle, especialmente de zonas alejadas de San José: las polleras, los hotelillos baratos, las señoras que venden Avon, los lotes descuidados, las casas en construcción.

La magia de Neto es haber construido una historia alrededor de eso, presentar esa Costa Rica de manera amable y divertida, verla con buenos ojos, ponernos una sonrisa cuando pensamos que nosotros también hemos tenido que viajar por esos paisajes mientras imaginamos un futuro diferente.

La película es muy limitada en cuanto a fotografía y riqueza de planos, la mayoría de escenas transcurren seguidas, sin que ocurra ningún corte. Este tipo de montaje acerca al espectador a la cotidianeidad, se convierte en uno más, allí de pie, escuchando la conversación que tienen los personajes; después de todo, la vida no está editada con primeros planos.

Por las plumas es una comedia que hace reír a través de las experiencias y su montaje se basa en ello. El director ha manifestado que no buscó actores capaces de meterse en el papel, sino personas que ya de por sí tenían la personalidad de su historia. Este es uno de los aciertos más grandes. Hasta la conversación más necia (todavía sigo con la duda de cuántas veces cantó el gallo antes de que Pedro negara a Jesús) se siente tranquila y relajada, nada es forzado.

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Si no has ido, andá y aprovechá que todavía está en cartelera, es una excelente película para disfrutar con los amigos y reírse. Si ya fuiste, contanos qué te pareció. Yo mientras tanto quiero ver si me consigo un gallo bien guapo, para ponerle de nombre… Mejor no les digo, capaz les arruino la peli.