Una propuesta fuera de este mundo

Chanel nuevamente lo volvió a hacer… Bajo la cúpula de cristal del Grand Palais la maison parisina deslumbró con una increíble puesta en escena, una gigantesca pista de despegue espacial, por la que desfiló una seductora y juvenil propuesta galáctica.

Piezas capaces de hipnotizar a partir de su brillo y detalles. Trajes tweed adaptados a un público más joven mediante siluetas fluidas, con combinaciones de jerséis de lana y faldas plisadas por debajo de la rodilla, jumpsuit con pantalón palazzo y trajes de chaqueta con bermudas.

El hilo de la colección, ese tinte futurista con guiños deportivo, se obtuvo gracias a los materiales metalizados, cargados de brillantes, glitter e hilos plateados; incluso en las propuestas en tweed o sobre estampados más clásicos como el tartán y la pata de gallo. La tonalidad blanca fue la reina de la pasarela, largas gabardinas de estilo militar, chaquetas y abrigos babydoll…

Y aunque el futurismo fue el elemento clave de la colección, en ella pudimos notar una reminiscencia a la década de los 60. Esto mediante las líneas de confección, el cabello cardado de las modelos que iba acompañado con una diadema de cristales incrustados sobre una cinta de lana, a modo de calentador, y también el maquillaje, que con una línea negra en mitad del párpado reflejaba el mítico cat eye -popular en esa década- junto a unas pestañas muy definidas, al estilo de Twiggy, y matices vibrantes en el párpado.

Al cierre… El cohete que protagonizó el centro del Grand Palais despegó para culminar el despliegue de estilo y belleza que de una forma onírica colocó Chanel en París.

Fotografías: Cortesía Chanel.