El chico de la última fila, en el Teatro 1887

 

Periodista: Mauricio Rojas
mrojas@thecupcakemagazine.com

Germán, profesor de literatura, realiza la petición más cotidiana y sencilla a sus estudiantes: escribir lo que hicieron durante el fin de semana. Sin embargo, entre el montón de banalidades que va encontrando este profesor hay un texto extenso, perteneciente a Claudio, un chico que nadie conoce, que no habla y que se sienta en la última fila.

La historia que Claudio ha escrito en esas hojas, asusta al profesor, a su esposa y sería motivo de alarma para cualquiera que lo leyera, sin embargo es innegable resistir el morbo y Germán acude a Claudio para «finalizar esta historia».

Nos meteremos en la novela que se desarrollará entre estos dos personajes, la esposa del profesor y la familia del amigo de Claudio. Esa familia de «inconfundible olor de clase media» que es trama principal en los escritos de este chico de la última fila.

Con una exploración hacia las tentaciones del ser humano, las definiciones de privacidad, mentira, calumnia e invasión; «El chico de la última fila» expone deseos enfermizos aunque placenteros y tentadores que a pesar de sus consecuencias, siempre está el morbo de seguir a ver las máximas consecuencias.

¿Quién es más extraño? ¿Acaso una loca galería de arte contemporáneo tiene más sentido? ¿Un profesor de literatura con una realidad amorfa, indistinguible de las grandes novelas e literatura? ¿Una familia de clase media extravagante? ¿Un chico mimado Rafael con problemas matemáticos? ¿Una mujer con obsesiones superfluas? ¿O acaso es más extraño el chico que solamente observa y narra?

 

 

“He escrito una obra sobre maestros y discípulos; sobre padres e hijos; sobre personas que ya han visto demasiado y personas que están aprendiendo a mirar. Una obra sobre el placer de asomarse a las vidas ajenas y sobre los riesgos de confundir la vida con la literatura. Una obra sobre los que eligen la última fila: aquella desde la que se ven todas las demás”, expuso el autor literal de la obra, Juan Mayorga.

Aunque originalmente no contaba con escenografía, en la ocasión de esta reseña vislumbramos una magnífica puesta en escena, que lejos de distraer, unificaba un solo espacio entre múltiples escenarios de la obra. Las actuaciones sencillamente estuvieron impecables, especialmente Claudio, interpretado por Melvin Jiménez; y al experimentado Gerardo Arce como el profesor de literatura Germán.

Una obra que originalmente es muy densa, compleja y exige una perfecta memorización de los actores; en este caso lo demarco como satisfactorio, y aunque la obra teatral es tan enredada y abstracta que podría perder al espectador entre las casi dos horas de función, aún así logra su cometido, siempre y cuando sea un público que busque catarsis y reflexión en abstracto, dado que la acción y giros dramáticos dentro de la obra son monótonos y podrían fatigar a media función.

En la obra “El chico de la última fila” participan Gerardo Arce y Melvin Jiménez como protagonistas, Grettel Cedeño como productora y los actores Tatiana Zamora, Fernando Rodríguez y Miguel Ángel Hernández. El montaje corresponde a la propuesta de Sursum Teatro, beneficiada del «Proyecto Escena Viva» de la Compañía Nacional de Teatro, el Centro Cultural de España y la Consejería Cultural de la Embajada de España.

“A partir del descubrimiento de la vida de esta familia, se empiezan a desatar una serie de conflictos entre profesor y alumno; luego entre el alumno y la familia; el padre de la familia y la madre; y del profesor con su esposa; entonces, los seis personajes, sin necesidad de conocerse, se interconectan a partir de las redacciones realizadas por el protagonista”, explica el director de esta adaptación, Fernando Rodríguez.

 

En el Teatro 1887, CENAC

Entrada General ¢4.000
Estudiantes con carnet ¢2.000

Jueves 8pm (2×1)
Viernes, Sábado 8pm
Domingo 5pm

Reservaciones: 2257-8305