¿Me podría prestar el baño, por favor?

«De los problemas para realizar sesiones de fotos en CostaRica»
Escrito por Lucía Zúñiga
Pedir prestado elbaño es una acción que probablemente todos hemos realizado en algún momento. Enrealidad, es lo más común del mundo y uno pensaría que es un favor que no se leniega a nadie, pero, al parecer, en este país, pedir el baño es toda una osadíaa los recursos que ya de por sí son del gobierno.
Pero bueno,comencemos por el principio. Ya les habíamos contado a nuestros lectores queeste viernes teníamos asignadas dos sesiones de fotos. Si escribiéramos uneditorial de la cantidad de permisos y favores que eso implica, noterminaríamos nunca. Entonces, me voy a saltar toda esa parte tediosa, para llegaral momento en el que ingresamos al Museo de Arte y Diseño Contemporáneo.

En este sitio,deseábamos tomar fotografías en la parte de las torres, sin embargo, debido arazones de seguridad, esto no fue posible. A pesar lo anterior, el personal delmuseo, y en especial Antonieta Sibaja, fueron sumamente amables y nosofrecieron utilizar el resto de sus instalaciones para las fotografías. Nosencargamos del maquillaje allí, pero decidimos desplazarnos al Museo de ArteCostarricense, que se encuentra en La Sabana, para pedir permiso de hacer lasfotos en su azotea.

Desde el inicio,sabíamos que realizar las fotos allí iba a resultar complicado por no haberrealizado las gestiones con tiempo. Pero decidimos intentarlo. Dos miembros delequipo ingresamos al museo y preguntamos acerca de la posibilidad de realizarlas fotos, una mujer, algo incómoda por nuestra presencia, nos indicó que elmuseo no permite fotos para fines publicitarios, hicimos ver que no losteníamos, pero se nos dijo que debíamos hablar con la gerente, la cual seencontraba en una reunión hasta horas indefinidas. En fin, conseguimos muchascaras de enojo y cero permisos.
Hasta acá, todo bien.Realmente, como medio de comunicación que busca difundir el arte, la moda, eldiseño y la fotografía, es frustrante encontrar este tipo de inconvenientes para fomentar el talento nacional,pero respetamos el derecho de los museos a condicionar la toma de fotos segúnlo consideren conveniente.

Decidimos tomar lasfotos en La Sabana. Pero, aún nos quedaba un aspecto por resolver: las modelosno estaban cambiadas. Les sugerimos entonces utilizar el baño del Museo de ArteCostarricense para cambiarse. Pero nuestra sorpresa fue inmensa cuando tuvieronque regresar con la misma ropa porque en el museo les habían negado el permisode usar el baño porque no eran visitantes. Una mezcla de asombro y furia merecorrió de pies a cabeza: negarnos el baño de una institución que se financiacon los recursos del Estado, un museo cuyo Sitio Web  termina en .go.cr, el colmo.

“Pues que vayan ypaguen la entrada del museo, para que las dejen cambiarse”, fue lo que acaté adecirle a nuestro jefe de diseño. “Pero la entrada es gratuita”, me indicó,únicamente para hacerme perder más la fe en las instituciones del Estado.

Yo sé que se hapuesto de moda en restaurantes y centros de entretenimientos de carácterprivado prohibir el uso del baño, pero de eso a que los museos financiados porel mismo Estado le prohíban a cuatro muchachas entrar a cambiarse de ropa en subaño, me parece un exceso. Como dijo nuestra jefa de producción: “Por supuestoque son visitantes, ¿acaso que ellas viven ahí en el museo?”.

Es doloroso ver estetipo de actitudes en instituciones que incluso hemos defendido en editoriales pasados. Tampoco se siente nada bonito ser recibido debuenas a primeras con manifestaciones de desprecio cuando uno pide un favor queprácticamente no cuesta nada. ¡Para cambiarse ni siquiera se gasta agua!

Por suerte, estahistoria tiene final feliz. Logramos tomar las fotos y pronto les estaremos mostrando algunas. Con todas las dificultades que implica tomarfotos aquí en Costa Rica, seguimos adelante con la esperanza de que siempre habrá instituciones que sí nos quieran prestar el baño y sí quieran apoyar el fomento del arte nacional.