Un cuento de princesas

Escrito por Lucía Zúñiga Solano

Yo y mi problema con las novelas históricas. Desde el principio le tuve miedo a esta película precisamente por ese aspecto. Lo que sucede es que cuando inventás tu propia mundo, tenés un poco más de control de los detalles porque basta con imaginárselos, pero cuando uno de los personajes de la narración es el momento histórico, más vale que le pongás atención.

Quizá precisamente ese cuidado representa cómo se hizo esta película. Como le dije el otro día a un compañero: Ya solo el hecho de que hayan elegido ambientar un momento de la historia dice demasiado de la personalidad de quienes la hicieron. Marcela Esquivel es precisamente la persona que se encargó de diseñar esta producción con tantas complicaciones y los premios que ha recibido no son para menos.

Princesas Rojas es una película bien hecha. Está llena de tomas y movimientos de cámara que hasta me duele mirarlos por lo lindos que son y lo bien que quedaron. Si no sos muy versado en cine, te cuento que para que la cámara siga a un personaje y se deslice suavemente como pasa acá necesitás un camarógrafo bien hábil y mucha planificación.

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Si alguna vez has cuidado a tus hermanos una tarde, ya debés saber lo difícil que es trabajar con niños. Ahora imagínate lograr que unas chicas de esas edad soporten largas horas de grabación y se aprendan de memoria no solo sus diálogos, sino también sus acciones en la escena. Un gran logro de la directora y de las actrices.

Los premios que le dieron a la mejor dirección de arte (en el Festival Ícaro y en el Festival Internacional Paz con la Tierra) no son para menos. Vas a encontrar muchos pequeños artículos bien colocados y una recopilación de objetos que de seguro encantarán a quienes vivieron esa época y los recuerdan.

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La historia, sin embargo, aunque está bien narrada, no terminó de emocionarme. Y es que no tuve a ningún personaje del cual enamorarme y al cual apoyar con todas mis fuerzas. Soy de esas que lloran, gritan y le entierran las uñas al que se sienta a su lado; sin embargo, en esta ocasión me quedé con sentimientos de exaltación a medias.

Precisamente la forma en que se cuenta está diseñada para que no comprendamos de primera entrada qué impulsa a los diferentes personajes. Debo confesarles de todo corazón que no apoyo las decisiones ni acciones de Claudia, de su padre, de su hermana o de su madre ¡qué dilema!

Me siento como cuando uno conoce a un hombre perfecto: guapo, educado, considerado; pero algo en él no la captura y termina uno con el feo, malcriado y prepotente. En fin, Princesas Rojas es una buena película, aunque no es la película de la que estoy enamorada.

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¿Vale la pena ir a verla? Definitivamente. No es tan seguido que podemos deleitarnos con tomas y escenas así, es mucho más de lo que estamos acostumbrados. Además, ¿quién sabe?, quizá vos no seás tan cabeza dura y podás enamorarte de una película que es buena para vos. Ahí podés escribirme para que me contés cómo te va con tu romance, estaré ansiosa por saberlo.