Muy poco a celebrar en el Día del Aborigen Costarricense


“El grupo más vulnerable entre los vulnerables”
Escrito por Mauricio Rojas Z
mrojas@revistacupcake.com
Fotos por Grettel Rivera
Casi en frontera con Panamá, en altos de Talamanca; o en algunos otros rincones del país se encuentran las poblaciones aborígenes costarricenses.

Este 19 de abril, se destacará el Día del Aborigen Costarricense, visibilizando las 64.000 personas destacadas por su cultura e historia autóctona de nuestro país, sin embargo, personas que viven en los sectores más pobres, en “el grupo vulnerable entre los vulnerables” según la UNICEF.

Una fecha concisa se ha decretado para celebrar la cultura indígena. Los museos celebran, la historia celebra. No obstante, hay un 2% de la población costarricense directamente aludida al día festivo, que no exactamente está celebrando en completa fiesta. Ese pequeño grupo aprovecha para hacerse escuchar, para seguir luchando y dejarse ver.
Incluso, ni este día especial convertido en decreto ejecutivo ha facilitado las cosas. De repente sin previo aviso, todo el gran evento que estaba programado para este fin de semana en el Estadio Nacional ha sido cancelado sin mayores explicaciones, según informa la Mesa Nacional Indígena MNI.

El aborigen costarricense perdió la batalla contra el Festival de Artes Árabes realizado en el CENAC, frente al Ministerio de Cultura. El esperado Encuentro Intercultural Indígena en el Estadio Nacional, con foros y charlas, fue relegado a una feria en el Parque España, según invitaba el programa cultural de los sábados: “Enamórate de tu Ciudad”

Romel, profesor en la escuela de Talamanca lo dijo claramente, “nos quedamos en la montaña, por miedo al hombre blanco. Vienen hacen promesas, para luego engañarnos. Han traído plagas, y han acabado con nuestro linaje”

Este 19 de abril, poco se celebra en Suretka. Donde la escuela tiene grandes dificultades para mantener a los jóvenes en sus aulas; un EBAIS con solo 2 doctores para toda la población del pueblo, una educación sexual nula y oportunidades de trabajo escasas.
“Los profesores de la escuela son solo practicantes del MEP, muchos no entienden nuestra cultura, enseñan cosas de afuera e incluso el bribrí lo enseñan mal; se necesita que sean los mismos bribrís quienes den las clases. Es necesario que los chiquillos aprendan de donde vienen” relata Romel, profesor de la escuela en Suretka, Talamanca.
Muchos jóvenes dejan las aulas, incluso para casarse a los 16 años. Hay poca educación superior accesible, y el empleo consiste en el trabajo agrario o en continuar la profesión de la familia. Existe mayor preocupación por formar una familia desde tempranas edades, antes que la educación, trabajo, o luchas por diferenciarse de este rol heredado.
Para Ana Iris Elizondo, líder indígena del territorio boruca: “todo es un proceso lento de recuperación de nuestros valores por la fuerte influencia de culturas ajenas. Se están tomando las riendas del asunto y perdiendo el miedo a valorar lo propio, luego de muchos años de haber estado dormidos, ahora se tiene más cuidado y recelo hacia nuestra cultura”.
Aun así, la sociedad no conoce los pormenores de esta lucha, y por lo visto tampoco llega a conocer los “por-mayores” de estos esfuerzos por rescatar a esta población olvidada, a estos miles de personas que viven ignoradas por el sistema.
La lucha sigue siendo muy complicada. Aunque existan estos intentos por exponer la cultura indígena, así como el rescate cultural e histórico de los museos, galerías y artistas nacionales, no es suficiente. Y por otro lado muchas puertas se siguen cerrando.