La Monja del Sanatorio se apodera de los cines

 «La idea de la película no es precisamente asustar,
como muchos pensarían” Miguel Gómez

 Escrito por MauricioRZ
mrojas@revistacupcake.com

Halloween 2010, temporada en que se acercan las mismas de siempre y malas películas de Hollywood; eso que todos hicieron el verano pasado, el otoño y el invierno pasado, ese montón de cuentos norteamericanos con tijeras y cuchillos en las manos estilo Wolverine que destrozan el estómago de todos los actores y nadie queda vivo.

Sin embargo llegó una película nacional, con una propuesta extraña de «un terror que nos da risa», transformando este pasado Halloween en algo diferente a todos los demás; vemos en la pantalla grande esos lugares de nuestra Costa Rica, escuchamos esa palabra «mae» en cada actor, y vemos esas bromas y sarcasmos que sólo los costarricenses podríamos entender.

«¿Qué es la vara?… Mae, la vara está asi»  -El Sanatorio-

Es el Sanatorio Durán, ese lugar olvidado por muchos costarricenses, allá en Prusia de Cartago, con un futuro incierto, pues se desconoce si será patrimonio nacional o simplemente será demolido.

Muchas historias se cuentan de boca en boca sobre este lugar, unos cuantos fantasmas, unas cuantas aventuras y una indiscutible monja que asusta ha creado un rumor en este lugar; un rumor que ya es tan fuerte como cualquier otra leyenda de Costa Rica.

La película relata exactamente esa leyenda, desde un grupo de amigos que desea comprobar la veracidad de estos rumores y emprenden una investigación en torno a las historias paranormales del Sanatorio. 

Un par de amigos costarricenses, uno de ellos es un productor a quien sólo le importa el dinero y el pragmatismo, otro es un músico caracterizado por ser incrédulo y ateo,  y también hay una mujer, quien es «la ex-novia» de uno de los amigos, por lo que le transmite tensión amorosa a la historia.

La película tiene el detalle de plasmar el diálogo costarricense inmortalizando una leyenda con un creativo modelo de falso documental que aporta muchísimos detalles informativos de valor cultural para todas aquellas personas que vean esta producción nacional.

 «Todos nos reímos de ver ese montón de muchachos cagados del miedo,
pero si nos sucediera a nosotros quien sabe que haríamos» -Público asistente- 

@font-face { font-family: «Cambria»;}p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal { margin: 0cm 0cm 10pt; font-size: 12pt; font-family: «Times New Roman»; }div.Section1 { page: Section1; } El Sanatorio pronto cumplirá un mes en cartelera, esto debido a la aceptación que ha tenido por parte del público. Escuchar esas palabras ticas, esos sarcasmos y esas ofensas verbales que solo nosotros entendemos, te hace sentir muy costarricense, y disfrutar de la historia narrada como si la estuvieras viviendo ahí mismo.

En la película no se identifica al camarógrafo,  esto con la intención de que el espectador se sienta dueño de ese papel y con ello se integre en el desarrollo de la trama. En cuanto al guión , este se siente un poco forzado en algunos momentos, y las actuaciones pierden  espontaneidad y fluidez algunas veces; no obstante se disfruta y los espectadores se ríen fuertemente al sentirse identificados con ese grupo de jóvenes aventureros.

@font-face { font-family: «Cambria»;}p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal { margin: 0cm 0cm 10pt; font-size: 12pt; font-family: «Times New Roman»; }div.Section1 { page: Section1; } La película resulta entretenida, aunque tiende más hacia película para televisión. A pesar de ello no se puede negar que los efectos visuales mostrados en la producción son muy precisos y bien logrados.

Cuando el actor sea arrastrado por los aires mientras su grupo de amigos lo sigue por el edificio del Sanatorio, provoca que el público ria a carcajadas, aunque presenta un buen efecto visual; así como las explosiones, luces, abejas y las curiosas agujas voladoras elaboradas con excelente detalle y realismo.


Hay detalles forzados como enfoques y movimientos de cámara obvios, o la colocación escénica poco natural de carteles, vasos, y otra utilería, incluso algunos diálogos predecibles. Todos son detalles menores que resultan casi irrelevantes para disfrutar de la película. Y así lo demuestra el público que inevitablemente se asusta y se ríe en los momentos precisos.


La temporada de Halloween pasó ya, pero El Sanatorio sigue en la cartelera de algunas salas del país,  por lo que aún hay tiempo para que más personas puedan ir a experimentar con esta película de terror y comedía; dos géneros opuestos pero que en esta producción se fusionan bien.



¡No dejés que te la cuenten, esta es una leyenda que se vive en pantalla grande!